
Con la voz ronca que ponía siempre que se enojaba, le gritó que en esa casa se hacía lo que él ordenaba.
Ella se llevó las manos a la cara y salió corriendo al patio.
Cada vez le costaba más aguantar la carcajada.
Ella se llevó las manos a la cara y salió corriendo al patio.
Cada vez le costaba más aguantar la carcajada.