lunes, 18 de mayo de 2009

Rodando


Lo estaban filmando. Le pedían que se quedara quieto. Justo en ese punto. Medían la luz, calculaban los metros, confirmaban algo en una libreta con espiral. Nadie le daba la orden de que comenzara a moverse.

No le molestaba. “Las cosas del cine deben ser así”, pensaba. Se mantenía en posición de firme, intentaba no pestañear (en las fotos de familia siempre era el que salía con los ojos cerrados) y concentrarse en quedarse paralizado, aunque le ardieran un poco los ojos.

Y luego caminaría unos metros, hasta la otra marca que habían hecho en el suelo. Caminaría tranquilo. Casi no usaría el bastón. Podría caminar sin el bastón, pero se siente más seguro y ellos dicen que el personaje queda mejor con bastón.

Ella habría estado orgullosa de verlo actuar en una película.